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La segunda venida gloriosa y visible de Cristo
La segunda venida gloriosa de Cristo, visible para todos, además de poner en evidencia la carencia de base del sistema, nos hará a cada uno darnos cuenta de que no podemos seguir viviendo en la práctica sobre esa misma base, que es vivir, en mayor o menor medida, como si Dios no existiera.
A nuestro Dios le gusta ocultarse. Incluso hecho hombre, no se deja ver casi nunca por casi nadie. Los pastorcillos de Fátima le llamaban "Dios escondido" al pan consagrado de la Eucaristía.
Pero está anunciado claramente en multitud de lugares que la segunda venida de Jesús, el Verbo hecho carne, será gloriosa y visible.
Por ejemplo, en el relato de la Ascensión en la que visualizó Jesús, el Verbo hecho carne, a la vista de múltiples testigos, su regreso al cielo:
"Fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.
Estaban con los ojos clavados en el cielo mirando cómo se iba, de pronto se les presentaron dos varones con vestiduras blancas que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando fijamente al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo»".
(Hch 1,9-11).
La visibilidad de su segunda venida fue la declaración solemne de Jesús, el Verbo hecho carne, asistido con toda la fuerza imparable del Espíritu Santo, ante el máximo tribunal de Israel, que por eso lo envió a la muerte.
"Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios».
Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo (Dn 7,13)»".
(Mt 26,63-64).
Esto no es milenarismo, es el Evangelio.
Antes de esto, el mismo Jesús ya les había revelado a sus discípulos que cuando llegue la gran persecución extrema, aquella en la que "surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos. Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará",
«entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria».
(Mt 24,11-12;30).
«Entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria».
(Mc 13,26)
«Entonces verán venir al Hijo del Hombre en una nube con gran poder y gloria».
(Lc 21,27).
Esto tampoco es milenarismo, es el Evangelio.
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«La Santa Cruz es ensalzada como trofeo
pascual de la victoria de Cristo y signo que aparecerá
en el cielo anunciando a todos su segunda venida».
(Martirologio Romano, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación
de la Santa Cruz).
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Al hacerse visible Jesucristo, el Verbo hecho carne, en la manifestación de su segunda venida gloriosa o Parusía evidenciará la falsedad del ateísmo y del agnosticismo y eliminará así el poder anticristiano:
"Se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida" (2Tes 2,8).
Como se le evidenció a san Pablo la falsedad que cimentaba el rechazo a Jesús, cuando se le hizo visible en el camino de Damasco Jesucristo, el Verbo hecho carne,
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«Como relámpago fulgurante que brilla
de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en
su Día... el Día en que el Hijo del hombre se manifieste».
(Lc 17, 24;30)
«Verá el mundo al Señor que viene encima de las nubes del cielo». (La «Didaché» o Doctrina de los Doce apóstoles, siglo I)
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Habiéndole preguntado los fariseos cuándo
llegaría el Reino de Dios, les respondió: «El Reino de Dios
viene sin dejarse sentir.
Y no dirán: "Vedlo aquí o allá", porque el Reino de
Dios ya está entre vosotros».
Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver
uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
Y os dirán: "Vedlo aquí, vedlo allá." No vayáis, ni
corráis detrás.
24 Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un
extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.
Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta
generación.
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los
días del Hijo del hombre.
Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que
entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a
todos.
Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían,
compraban, vendían, plantaban, construían;
pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y
azufre del cielo y los hizo perecer a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se
manifieste.
(Lc 17, 20-29)
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La manifestación victoriosa de Jesucristo, el
Verbo hecho carne, en su Parusía, su segunda venida gloriosa, al
evidenciar la falta de base del ateísmo y del agnosticismo
teórico y práctico, eliminará el poder anticristiano que
impone vivir como si Dios no existiera.
Y, sin ese obstáculo, la
extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho
carne, iniciará con su Parusía propiciará la tarea de la recristianización mundial,
por medio del Corazón Inmaculado de María, para llegar a la
universalización de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y
de Su reinado, con lo que se desarrollará también la sociedad
cristiana, la civilización del amor, la
Cristiandad futura.
Siendo lo primordial el reinado de Dios en plenitud en cada alma, como explica san Agustín en el libro XIV de La Ciudad de Dios, de acuerdo con lo que enseñó Jesús, el Verbo hecho carne.
Entonces, destruido el reinado del colectivo anticristiano por la visualización de la segunda venida de Jesucristo y posibilitada por esa destrucción la generalización de la devoción a su Sagrado Corazón, todos creerán que Jesucristo es Dios y obrarán en consecuencia, obedeciéndole también en la vida política, lo cual se producirá con toda seguridad, tal como fue anunciado y proclamado por el Concilio Vaticano II, como esperanza segura de la Iglesia:
"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).
Lo que es proclamar la esperanza cierta y segura de la futura confesionalidad consecuente de todos los pueblos, con los judíos a la cabeza de los creyentes en Jesucristo. La unidad católica del mundo, no por exclusión legal de la libertad religiosa, sino basada en la aceptación voluntaria del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en todos los corazones movidos por Su gracia divina, la extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con su Parusía.
Esta confesionalidad consecuente de todos los pueblos y de su organización política regional, nacional y mundial será posible con los medios que aporta la Iglesia, y la aceptación de estos medios, en particular la autoridad de la Iglesia en materias morales como infalible, que es lo que define a los Estados confesionales.
Está anunciado en muchos lugares que se trata de todas las naciones:
Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y prudencia.
En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahveh, en Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones.
(Jer 3, 15-17).
De lo que se trata es de "la coherencia entre fe y vida, entre evangelio y cultura, recordada por el Concilio Vaticano II". Ser católicos y obrar en consecuencia, en la esfera privada y en la pública, individual y colectivamente, cada persona y la sociedad entera.
Jesucristo anunció el reino de Dios y efectivamente vino el reino de Dios que es su Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica, como la denominaba san Ignacio de Loyola; y la Iglesia del siglo XXI celebra la fiesta solemne de Cristo Rey (leer más)
Vino el reino de Dios, proclamado e iniciado, incoado, aunque todavía no consumado, universalizado, generalizado, asumido, profesado y vivido por todos y cada uno y por la sociedad entera.
Las naciones están llamadas a la santidad y a ello se encaminarán en la Cristiandad futura....
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La mayor promesa del Sagrado Corazón de Jesús
es la de su reinado....
Es una promesa absoluta, no condicionada. A diferencia
de las otras promesas que le hizo Jesús a santa Margarita María
Alacoque, ni siquiera está condicionada a una previa devoción
al Sagrado Corazón de Jesús. Al revés, esta
devoción triunfará plenamente cuando reine Jesús en todos los
corazones y elimine los obstáculos que a ello se oponen, los
ahora crecientes obstáculos anticristianos, los ahora crecientes
obstáculos del Anticristo, los obstáculos del ahora creciente
misterio de iniquidad, los obstáculos del ahora creciente
imperio de Satanás.
Más que una promesa es una profecía con todo
el aspecto de profecía absoluta, no condicionada.
Un anuncio. Como en el tercer misterio luminoso que se nos manda
rezar, no en vano: "El anuncio del Reino de Dios por Jesús,
invitando a la conversión". La buena nueva. El Evangelio. Y
santa Margarita María Alacoque tiene todo el aspecto de haber
recibido el don de profecía. (El
carisma profético de santa Margarita, CRISTIANDAD, nn 887-888. Jun-Jul 2005. Pág. 7). [LEER MÁS]
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Malentendidos sobre la Parusía ..
El malentendido sobre el milenarismo aclarado por Canals
El malentendido sobre el cielo
en la tierra tras la Parusía
No es lo mismo el cielo que el reino de Dios plenamente consumado
en la tierra tras la Parusía. Difieren tanto, como la situación
de los mortales que viven en la tierra difiere de la de quienes
viven en el cielo.
El malentendido sobre la duración de los tiempos de la última época
El malentendido sobre el fin del mundo
La Parusía no es el fin del
mundo; el fin de la época no es el fin del mundo; el final del
sistema políticamente correcto no es el fin del mundo
«La Iglesia universal del Dios
verdadero confiesa y profesa que Cristo ha de venir del cielo a
juzgar a los vivos y a los muertos, y a esto le llamamos nosotros
último día del divino juicio, esto es el tiempo
último. Pues, por cuantos días se extienda este juicio
es incierto: pero las escrituras santas usualmente ponen
el término día en lugar de tiempo, como no ignora el
que haya leído, por más ligeramente que lo haya hecho aquellas
letras santas. Así pues cuando decimos día del juicio de Dios,
añadimos último o novísimo, lo que indica que también ahora
juzga y que desde el principio del tiempo juzgó» (San
Agustín De Civitate Dei lib. XX, cap.
1, núm. 2).
El malentendido sobre la visibilidad de Nuestro Señor Jesucristo en su segunda venida gloriosa
La Ascensión y la Parusía visible y gloriosa de Jesús, el Verbo hecho carne..
La parusía en la predicación de san Pablo explicada por Benedicto XVI
La extraordinaria efusión de gracia que Jesús, el Verbo hecho carne, iniciará con su Parusía
Dos amores fundaron dos ciudades
Dos ciudades significa dos modelos
de sociedad
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