Es necesario
hacer lo que dice Jesús, el Verbo hecho carne, y rogar
al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies y
añadir que afiance a los ya enviados, empezando por el
Papa
"Rogad al Dueño de la mies
que envíe obreros a su mies" (Mt 9,38).
En lo cual debemos incluir a los
obreros ya enviados, empezando por el Papa (Lc 22, 32),
pidiéndole que los afiance.
Acompañando nuestros ruegos con
sacrificios, como santa Teresita, que enseña, como
doctora de la Iglesia que es:
"Comprendí que sólo el amor
podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que
si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles
ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se
negarían a derramar su sangre...".
(Historia de un Alma, Manuscrito B, 3vº).
Los santos le piden a Jesús: "Concédeme
sufrir un poco por Ti, ya que Tú tanto sufriste por mí".
El método de Santa Teresita era desear y pedir sufrir
por Jesús los más grandes sufrimientos y mientras tanto,
aprovechar todos los pequeños sufrimientos y
mortificaciones que se le presentaban y ofrecérselos a
Jesús muy contenta de haber podido sufrir por Él y
poder hacerle esa ofrenda como víctima de su amor. La
clave es ponerse muy alegre cada vez que se recibe uno de
estos sufrimientos o humillaciones, por podérselo
ofrecer a Jesús.
En el caso de los que no somos santos, ni mucho menos,
está muy claro que es una locura pedirle a Dios
sufrimientos, ante la evidencia de ser totalmente
incapaces de soportar nada. Por lo que la petición debe
ir acompañada de la seria advertencia de esta
incapacidad total y de la súplica de la gracia especial
de poder conllevar los sufrimientos, soportar las
humillaciones y ofrecer mortificaciones. Y de alegrarnos
de poder ofrecer algo.
Y es que obviamente el amor debe ser
verdadero, es decir, amor con locura, como el de Jesús
por nosotros.
Y es necesario pedirle a Dios que se
cumpla esto que le dijo Jesús a san Pedro:
"Yo he rogado por ti,
para que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez
convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22,
32).
Que es aplicable a "la Iglesia de todos los
tiempos", como explicó Benedicto XVI en su homilía
del 29 de junio de 2006.
Y que señaló como lo prioritario el mismo
Benedicto XVI en su carta a los obispos de 10 de marzo de
2009:
"La primera prioridad para
el Sucesor de Pedro fue fijada por el Señor en el
Cenáculo de manera inequívoca: «Tú
confirma a tus hermanos» (Lc 22,32)".
La antífona de entrada de la misa del 22.02.2020,
fiesta de la Cátedra de san Pedro, es:
"El Señor dice a Simón Pedro: «Yo he
pedido por ti, para que tu fe no se apague y tú,
cuando te hayas convertido, confirma en la fe a tus
hermanos (cf. Lc22,32)»".
Y el Papa Francisco insistentemente pide que
recemos por él.
Así conseguiremos que Dios envíe muchos
y buenos sacerdotes y religiosos y los sostenga.
Y conseguiremos el fin primordial de
toda oración: unirnos a Dios haciendo nuestros
los anhelos del Corazón de Jesús, el Verbo hecho carne.
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